Deshonestidad.
- amezamaldonado
- 27 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 4 nov 2020
Después de casi un año de mi última publicación, vuelvo a escribir algo en este sitio. Recientemente terminé de leer un excelente libro de Jaques Rogozinski, escrito en el 2012 titulado: Mitos y Mentadas de la Economía Mexicana, donde me ha quedado más que claro que uno de nuestros principales pecados, o podría decirlo "fallas" en nuestro comportamiento como ciudadanos mexicanos y del mundo, es la deshonestidad que nos corroe las venas. A cada uno. Podría generalizar y decir que ningúno de nosotros como mexicanos estamos excentos.
Han pasado algúnas semanas desde que leí ese capítulo, de un libro que tenía en el olvido desde el año 2015, cuando el propio Jaques lo regaló a todos los asistentes al final de una conferencia en la Hacienda de Cocoyoc, en Morelos. Cinco años en los que pude haberme dado cuenta del complejo de desconfianza y deshonestidad que impera en nuestra sociedad. Cualidad que nos hace víctimas del sufrimiento mutuo y principal impulsador de aquellos dichos y refranes que se nos tiene tatuados como cultura: "El que transa, no avanza", "¿Como nos arreglamos, jefe?" y otros más que nos llenan de vergüenza cada vez que los escuchamos.
Dichos comportamientos son el pan de cada día para cualquier ciudadano en nuestro país, donde a mí me hacía falta un golpe de realidad para darme cuenta que es uno de los principales cánceres que nos tienen ahogados como una cultura, digna de no admirar cuando se ve desde un punto de vista tercero. Alguien me lo tenía que decir, o en este caso, alguien lo tuvo que escribir para poder entenderlo.
La deshonestidad nos hace ser desconfiados, aunque uno esta directamente relacionado con el otro. México es un país rico en deshonestos, causantes de la desconfianza que nos provoca diariamente salir a la calle. El empleador no registra al 100% a sus trabajadores en el IMSS. Revuélvele con agua a la gasolina, al final no se van a dar cuenta. ¿Se está poniendo en amarillo el semáforo?, acelérale aunque cambie a rojo. Me paró un transito, deja saco la cámara para exhibirlo porque me quiere chingar o le doy algo de dinero. Déjame anoto las respuestas del exámen en el banco; me dio hueva estudiar anoche... y le podemos seguir con cien ejemplos más.
Cómo no pensar en ese capítulo de Shark Tank México donde una mujer propone hacer la tarea y los exámenes a estudiantes a cambio de dinero. Increíble. Hasta la tipa le pregunta a Arturo Elías Ayub: ¿Arturo, apoco núnca te copiaste en la escuela?. Y aunque probablemente si lo hizo, ¿Necesitamos más evidencia que nuestra mentalidad como mexicanos está corrompida?
Jaques menciona correctamente en su libro, que la confianza mutua la tenemos reservada para nuestro círculo más cercano (amigos, familiares o parejas), abriéndonos y depositando confianza basados en las emociones que a quienes creemos que conocemos más. Una buena estrategia para cambiar la forma de ver las cosas es empezar a abrir ese círculo más allá de nuestra intimidad, siendo honesto con tu socio, el servidor público, el mesero, el tránsito, el federal.
¿Quieres ver el golpe de realidad con tus propios ojos? Habría que ir a los países del norte de Europa para darnos cuenta que la ciudadanía, comparado con lo que sucede en México, sigue las reglas. Las reglas no se hicieron para romperse, se hicieron para beneficiarnos mutuamente como sociedad. Las leyes no se cumplen únicamente por que los castigos son más severos, sino porque existe una relación de confianza-honestidad con los demás. No quiero decir que en esos países no existe gente que saque ventaja del otro, pero tan fácil es darte cuenta que por más que camines por la calle, tirar basura es visto como una atrocidad. Puedes subirte al metro sin pagar, pero sabes que te corresponde hacerlo. En bibliotecas, trenes, restaurantes, la gente modula su tono de voz, porque existe el respeto y confianza que a ti tampoco te van a molestar.
Deberíamos de practicar un poco más la confiaza, ser honestos y francos con nuestras intenciones hacia los demás. Tal vez ese sea el primer paso para salir adelante como mexicanos de una buena vez.
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